October 6, 2008

ERA LA ÉPOCA EN QUE LLOVÍAN GRANDES ANIMALES DEL CIELO


"Si no estás tocando Black Label,
la única forma de vivir aquí es loco, borracho o dormido".

Todo fue durante la breve anarquía y el descontento de las barras bravas cuando fueron expulsadas de los estadios por las familias que quisieron volver al futbol dominical. Se escribió en la prensa que el veinteañero Berríos había quemado la flota familiar en un acceso que mezclaba pisco puro y una furia incontrolable. Abandonó la enorme casa de sus padres y se instaló en un departamento inhóspito en el centro donde no llegaba el sol ni las visitas.

Luego de eso fui testigo de cómo pokemones, nazis, raperos y flaites se unieron para golpearlo. Lo vi rodar por el suelo con las encías sangrantes, tapizando los callejones de San Pablo con carne de tribus urbanas y sonriéndole las dueñas de casa que se asomaban al escuchar los gritos. Lascivo y excitado les gritaba: “Mírenme, soy Luis Berríos”. Cojeando en busca de sus cervezas y tarareando indistintamente canciones de David Bowie o “Corrosion of Simplicity”.