January 28, 2006

THE WILDEST

Un notón.

C'e la luna mezz'o mare
Mamma mia me maritari,
Figghia mia, a cu te dari
Mamma mia pensaci tu
Zooma Zooma


Te la doy firmá: el hit del verano. Una canción recomendada que suena a oldies y que ni mi mami conoce. La ubica usted, querido lector?. La canción, digo. No haga como Salghado o Serrucho que escuchan puras hueás.

January 21, 2006

HAND OF FATE


Máma dame 100 pesetas que me iría de vacaciones hasta a las Exclusivísimas Termas del Patio como dice el poeta. Adonde me lleve la jand of feit este año estará bien: lejos del bruxismo, la acidez y el recital de U2. Gracias a los mercaderes y empresarios que hacen posible un viaje que le sacaría ampollas a David Carradine, alias Kwai Chang Caine. En fin, una buena excusa para ponerme pantalones cortos, chalas y refugiarme en la masa donde nadie me conoce para cantar Bohemian Rhapsody en el karaoke por un clérico, morfar la muzzarella y comprar libros de a peso.
Una vez más: "Gracias Bono, gracias empresarios de su grandísima y zorresna madre". Yo les diría como desmantelar una bomba nuclear y dónde metérlas además. Todas juntas, allá donde no se ve el sol.

The wind blew hard, it was stormy night
He shot me once, but I shot him twice
The hand of fate is on me now
It pick me up and it kicked me right down
Kicked me right down
Kicked me right down

January 2, 2006

HISTORIA DE-BIDA

Fútbol: m. Juego entre dos equipos, de once jugadores cada uno, que consiste en lanzar un balón, según determinadas reglas, con objeto de introducirlo en la meta o portería del equipo contrario el mayor número de veces en tiempo determinado.

Fetiche: m. Idolo u objeto de culto supersticioso en tierra de salvajes.

La única vez que pude pasarme a cinco jugadores desde un extremo de la multicancha al otro, fue cuando me equivoqué de lado y quedé con la pelota colocadísima para liquidar al arquero de mi propio equipo. Fue una jugada diabólica. Formidable. Pese a darme cuenta del error no pude evitar meter la pelota entre el palo izquierdo y la pierna de nuestro codiciado meta Juan “Palote” Sandoval. No iba uno a detenerse en pequeñeces a la hora de anotar y menos si venía entrando recién al partido.
El rigor de una anécdota como ésa no prendería en ningún medio decente, salvo en un programilla del verano de TVN o un telefilme mexicano. Sin embargo, la humildad con que celebré entre la salsa de patadas y chuchadas de mi equipo tiene el componente feliz de la intervención divina, de la chispa que diferencia al partido de taca taca con el Fifa 2006. El de un Mundial histórico en que los marcadores muestran su caprichosa naturaleza para ser volteados como el clímax de una teleserie prime.
Todo se emparenta de alguna manera con el interminable Penal de Soriano o la cita de uno de esos letristas alemanes -de esos que están de moda lo que dura una canción de los Beatles- que dijo saber que nadie está más solo y desvalido en el mundo que el portero frente al penal. En ese breve momento en que se contiene la respiración para esperar por el grito de victoria o la puteada amarga del gol en contra. Todo es la misma cantidad de energía que ni se destruye ni se pierde, solo se transforma.
Imágenes, texturas y sabor a partido de arrabal. Ese que eleva las nubes de polvo entre la maraña de piernas que se pelean el balón, las calcetas caídas y las zapatillas domingueras que elevan también a los hombres media pulgada de la vida gris del resto de la semana.
Porque el fútbol, mal citando a Cortázar: “es la prueba irrefutable de la existencia del alma". Y si se trata de registrar algunas jugadas de vida, cualquier lector poco avezado exigiría como mínimo un relato maradonesco o de goleadas geométricas. Pero la humanidad infinita de un jugador malo que corre por la cancha como si estuviera pisando caca para pasarse al G-5 de los goleadores y meter un gol de oro a tu propio equipo sigue sonando cada vez más triste, solitario y genial.